El fruto es originario de la zona que comprende desde Irán hasta el Himalaya. Es en Irán donde los persas la adoran. En el Corán, aparece como uno de los árboles del paraíso. Desde Irán algún día cruzó el golfo para llegar al desierto. Es allí donde cobra una mayor relevancia. Debido a su piel gruesa y su interior es capaz de soportar largos viajes por el desierto sin perder sus cualidades.
Fueron los bereberes, los nómadas del norte de África, los que traen la fruta a Europa.
Antes hablábamos de que ambas teorías sobre el origen de Garnata podían tener relación. Que fueran los romanos los que llamaran a la ciudad con el nombre del fruto, símbolo de unión entre culturas. O que fueran los árabes los que la llamaran la colina de los peregrinos, haciendo referencia a esos viajeros del desierto, que ya habrían llegado a casa tras su viaje por el desierto.
La simbología de este fruto es muy amplia. En cada cultura se le atribuyen, o bien conceptos relacionados, o bien otros propios. Poco importan esos significados para la ciudad. Una ciudad para el que la granada significa otra cosa, más cercano al Gelem Gelem de los gitanos que a cualquier otro atributo clásico. Un nombre que hace honor a todos aquellos pueblos que han andado y andado para llegar a casa.
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