domingo, 12 de julio de 2020

"El río Guadalquivir y el origen de nuestra civilización andaluza" por A...





"Si el nombre del río más grande de Andalucía proviene del árabe andalusí, Guadalquivir; el de nuestra montaña más imponente, Mulhacén; el de nuestro templo más universal, Mezquita de Córdoba; y el de nuestro palacio más hermoso, Alhambra... Que no digan que Flamenco proviene de Holanda."

domingo, 7 de junio de 2020

Las palabras también tienen miedo y se refugian en otras cuando son perseguidas:

Las palabras también tienen miedo y se refugian en otras cuando son perseguidas, igual que se refugiaron en otra identidad las personas que las pronunciaban. Pero el pueblo no dejó de usarlas aunque olvidara su origen etimológico. Os acompaño algunos ejemplos 👇
- En la localidad de Monda se encuentra la fuente o lavadero de la "Jaula", atribuyendo la gente su nombre a la forma del mismo como una cárcel. En verdad, "jaula" proviene de la palabra en árabe andalusí "hawla" (حوْل) que significa "alrededor o afueras" del pueblo.
- En la impresionante "Casa del Rey Moro" en Ronda, patrimonio hidráulico de Andalucía, se puede bajar a la "mina". No por el parecido con las galerías de un pozo, sino porque abajo hay un embarcadero o una "mina" en árabe andalusí (الميناء). La misma mina del barrio de Barcelona.
- En muchas localidades existe una "calle del peine". Se llama así porque estaba situada "entre" dos calles. La palabra "entre" se dice en árabe andalusí "beine" (de baina بينه con imela, pronunciar e por a). Es lógico el paso de la bilabial "b" a la "p" (que no existe en árabe).
- Se atribuye el nombre de la bellísima "Sala de la Barca" en la Alhambra de Granada a la forma abovedada del techo. Sin embargo, proviene de la palabra en árabe "baraka" (بَرَكَة) o Sala de las Bendiciones que todos debían recibir antes de entrar al encuentro del Rey Nazarí.
- A las faldas del Castillo de Almodóvar del Río se encuentra la fuente de "arriba". Es decir, se encuentra abajo de la fortaleza y no hay ninguna fuente de abajo. Su nombre proviene del árabe andalusí "ar-ribat" (الرِّباط), es decir, la fuente de la muralla.
- La calle que da a la espalda de mi casa se llama de la "charquilla". No hay ni hubo nunca una charca o una laguna en ese lugar, pero siempre fue el camino hacia Córdoba, es decir, hacia el este que en árabe se dice "axarquía" (الشَرْقِيَة).
- Y por la misma razón, también existen "palabras refugio" al otro lado de la calle de agua. Como la "rue bazo" en la kasbah andalusí de Rabat, que no es calle bazo y nada tiene que ver con el órgano del cuerpo humano, sino con la adaptación de "ribazo", su verdadero nombre.

El andaluz y, muy especialmente el Flamenco, está plagado de estas "palabras refugio" a las que atribuyen disparatados orígenes etimológicos o ninguno y que después documentan para revestir de academicismo, porque parten de la visión nacional católica de nuestra historia.
De ahí que sea necesaria una visión holística de la filología, así como una visión crítica de muchas de estas presuntas fuentes documentales, porque será más verdad lo que el pueblo mantuvo en su garganta sin saberlo, que las mentiras escritas en papel para negar al pueblo mismo.

Por Antonio Manuel

sábado, 21 de marzo de 2020

Su eterno sabor en mis labios

"Tomo la mano desnuda
son olas de vida fresca
olor de noches y trasnoches
sensación d eliberta y felicdad.

Miro su cara dulce
sonrisas en el bosque
una danza de besos y sudor
el fin.....del deseo.

Beso su mejilla bella
su abrazo eterno
su olor a sueños de domingo
su sabor...su eterno sabor en mis labios".

Reche

Un Cuento Sufi, para estos tiempos. Especial Cuarentena Sabiduría

LA PRIMAVERA, by Mariela


LA PRIMAVERA

La primavera es algo más
que ver flores a la luz del sol.
Es el latido del corazón
con más de una ilusión.
Las nubes llorando
y el olor a girasol 
son los motivos
de sentirse cada día mejor. 
El salir a la calle y ver a los niños y niñas reir,
es la razón por la que la primavera 
viene hasta aquí.

Mariela Reche

jueves, 27 de febrero de 2020

Leyenda de amor de Itimad y Al Mutamid. Historia de los últimos reyes de Sevilla:

Cuenta la leyenda, que así es como ocurrió…
Érase la época del rey taifa de Sevilla Al Mutamid, quien reinó de 1069 a 1090. El rey poeta, el rey culto al que todos los sevillanos querían, se iba a enamorar de una esclava.
Paseaban una tarde el rey Al Mutamid y su gran amigo y mano derecha, Aben Amar. Contemplaba el rey la belleza del río impresionado por el aspecto que le imprimía el viento. Se sintió inspirado y recitó unos versos con la intención de que Aben Amar los continuara:
«La brisa convierte al río
en una cota de malla.»
Continuaron su paseo mientras Aben Amar trataba de responder con otros versos, pero su mente estaba en blanco y las palabras eran incapaces de salir de su boca. Al Mutamid insistió volviendo a repetir la misma frase:
«La brisa convierte al río
en una cota de malla.»
En ese instante escucharon una voz femenina que venía de sus espaldas y que respondía con presteza y elocuencia a las palabras del rey taifa:
«Mejor cota no se halla
como la congele el frío.»
Al Mutamid se quedó sorprendido y sintió un auténtico flechazo por esa chiquilla que marchaba descalza acompañando a su burro. Le ordenó a Aben Amar que la siguiera, que la encontrara y que la trajera a palacio para tomarla como esposa.
Aben Amar la siguió y descubrió que esta bella joven se llamaba Itimad, aunque tenía el sobrenombre de Romaiquía porque era la esclava de un hacedor de tejas de Triana llamado Romaiq.
Aben Amar negoció la compra de Itimad con Romaiq pero este se la regaló al rey aduciendo que era una chica perezosa y soñadora y no hacía bien su trabajo.
Tras llegar a palacio, Itimad cayó enamorada de Al Mutamid del mismo modo en que éste se enamoró de ella. Fue un amor desmedido, romántico y apasionado. Ambos compartían el gusto por la poesía y las letras y Al Mutamid no tomó a ninguna otra esposa, aun permitiéndoselo su religión.
Era también conocido lo complaciente que era el rey con Itimad. Cuenta la leyenda que un día él encontró llorando a su esposa y al preguntarle qué le pasaba esta contestó que echaba mucho de menos el tacto del barro que usaba para hacer las tejas en el taller de Romaiq.
El rey no se lo pensó dos veces y, a la mañana siguiente, llenó uno de los patios de su palacio musulmán con una gran cantidad de barro y una mezcla de especias (almizcle, clavo, etc.) que le daban un olor irresistible. Itimad pasó todo el día jugando con sus sirvientas y riendo como una niña.
Pero, como ocurre siempre, lo bueno se acaba. El fin del reinado de Al Mutamid tuvo lugar cuando, sintiéndose amenazado por la expansión del Alfonso VI de León, pide ayuda a los almorávides, quienes no sólo combatirían a los cristianos sino que irían conquistando los distintos reinos taifas.
El emir Yusuf gobernó en las ciudades de Al Andalus y desterró a Al Mutamid y a su esposa Itimad a Agmat en las inmediaciones de Marrakech.
Dice también la memoria popular que mientras navegaban el río Guadalquivir, Al Mutamid e Itimad eran despedidos entre lágrimas por los sevillanos.
En su destierro vivieron en la pobreza a la que la Romaiquía estuvo acostumbrada en su juventud, pero la llama de su amor nunca se apagó. Las tumbas de ambos y de uno de sus hijos se encuentran en Agmat, donde su historia ha sobrevivido al paso de los siglos.